Los terrores nocturnos y las pesadillas son dos trastornos del sueño distintos que afectan principalmente a los niños, con diferencias clave en cuanto a sus síntomas, momento de aparición y forma de abordarlos. Mientras que las pesadillas ocurren durante la fase REM del sueño y son recordadas al despertar, los terrores nocturnos se producen en la fase de sueño profundo y generalmente no se recuerdan al día siguiente.

Fases del sueño involucradas

Las pesadillas y los terrores nocturnos ocurren en diferentes fases del ciclo del sueño, lo que explica muchas de sus características distintivas:

  • Pesadillas: Se producen en la fase REM (Rapid Eye Movement), que ocurre en el último tercio de la noche. En esta etapa, el cerebro está muy activo y los sueños son vívidos.
  • Terrores nocturnos: Ocurren en la fase de sueño profundo o de ondas lentas (fase no REM), usualmente en el primer tercio de la noche, aproximadamente 2-3 horas después de dormirse.

Diferencia clave: El sueño REM se caracteriza por una alta actividad cerebral y movimientos oculares rápidos, mientras que el sueño profundo se asocia con ondas cerebrales lentas y una relajación total del cuerpo.

Síntomas físicos y comportamentales

Cada trastorno tiene manifestaciones distintas en el cuerpo y el comportamiento del niño:

Terrores nocturnos

  • El niño se sienta repentinamente en la cama, gritando o llorando.
  • Ojos abiertos con expresión de pánico, pero sin estar realmente despierto.
  • Sudoración intensa, temblores y respiración acelerada.
  • Movimientos agitados, como patadas o intentos de salir corriendo.
  • Dificultad para ser consolado o despertado completamente.
  • No recuerda el episodio al día siguiente.

Pesadillas

  • El niño se despierta completamente y puede recordar el sueño aterrador.
  • Dificultad para volver a dormir debido al miedo y la ansiedad.
  • Puede buscar consuelo en los padres.
  • Posible sudoración y taquicardia, pero menos intensas que en los terrores nocturnos.

Estas diferencias ayudan a los padres a identificar qué tipo de trastorno está afectando a su hijo y cómo actuar en cada caso.

Estrategias para prevenir episodios

Para reducir la frecuencia de terrores nocturnos y pesadillas, se recomienda:

  • Establecer una rutina de sueño regular, acostándose y despertándose a la misma hora todos los días.
  • Crear un ambiente de sueño tranquilo y seguro, manteniendo la habitación oscura, fresca y silenciosa.
  • Practicar actividades relajantes antes de dormir, como leer, hacer un rompecabezas o tomar un baño caliente.
  • Evitar la cafeína y las comidas pesadas antes de acostarse.
  • Manejar el estrés y la ansiedad, mediante técnicas de respiración o meditación.
  • Limitar la exposición a pantallas y contenido perturbador antes de dormir.
  • En caso de terrores nocturnos frecuentes, considerar despertares programados bajo supervisión médica.

Estas estrategias pueden mejorar la calidad del sueño y reducir episodios de sueño perturbador en niños y adultos.

Reacciones corporales entre pesadillas y terrores

Las respuestas físicas ante cada trastorno reflejan sus diferencias fundamentales:

Terrores nocturnos

  • Sudoración excesiva y rostro ruborizado.
  • Pulso acelerado y respiración agitada.
  • Movimientos bruscos como patadas o intentos de levantarse.

Pesadillas

  • Reacciones físicas generalmente más leves.
  • Posible sudoración y taquicardia, pero menos intensas que en los terrores nocturnos.
  • Despertar abrupto con capacidad de recordar el sueño perturbador.

Conclusión: Los terrores nocturnos generan una respuesta física más intensa y dramática, mientras que las pesadillas tienden a tener un mayor impacto emocional, ya que son recordadas al despertar.